El verano se acerca, o ya está aquí mejor dicho. Lo notamos nosotros y también nuestros ordenadores. Si tienes un portátil, seguramente hayas notado que se calienta mucho más que antes, pero eso no es que le exijas más, sino que al aumentar la temperatura ambiente y por consiguiente el propio aire que circula por la habitación, es absorbido por el ordenador para su refrigeración. Al estar más caliente, los componentes no consiguen refrigerarse en la misma proporción que meses atrás, por lo tanto las temperaturas aumentan considerablemente.
Existen soluciones de software que permiten controlar la velocidad de los ventiladores del ordenador, pero hoy te vamos a recomendar otra solución física, las conocidas bases de refrigeración de portátiles.
Estas bases con refrigeración activa cuentan con uno o dos ventiladores (algunas incluso alguno más) que se encienden o apagan con sólo pulsar un botón, por lo que el usuario decide cuándo funcionan y cuando no. Otras más caras, también cuentan con un regulador de revoluciones de dos o tres posiciones, para que podamos controlar la velocidad de giro del ventilador para que mueva más o menos aire, aunque a más velocidad, también emitirá más ruido. Las bases con ventiladores pequeños habitualmente son más ruidosas que las de ventiladores más grandes, puesto que los ventiladores pequeños trabajan a más revoluciones por minuto, así que si el ruido es un factor importante para ti en la decisión final, opta por una con ventilador grande.
Otras en cambio cuentan con refrigeración pasiva, sin ventiladores. Se limitan a elevar la posición del portátil para que el flujo de aire aumente por debajo del ordenador y que se disipe mejor el calor o bien que por el material con el que están constuídas, actúan de conductor del calor. Las bases de refrigeración pasiva son menos efectivas en mi opinión, puesto que ya he contado con bases de ambos tipos.
Existen muchísimos fabricantes de bases, sólo tienes que encontrar la que mejor se ajuste a tus necesidades, al tamaño de tu ordenador y también al precio que estás dispuesto a pagar.