A comienzos de mayo Samsung presentó Galaxy S III, uno de los smartphones más esperados del año. Un punto característico del desarrollo de este teléfono fue la pequeña cantidad de detalles reales filtrados antes de la presentación. Sí nos topamos con muchos rumores que finalmente no fueron ciertos, pero ese es otro tema.
Pero la firma coreana decidió contarle al mundo todo lo que hizo para mantener el desarrollo de su nuevo smartphones en secreto, reservando la sorpresa hasta el momento de su introducción en el escenario londinense. Para ello aprovechó un post en el blog de Samsung Tomorrow titulado “No lleves el trabajo a tu hogar…¡nunca!”.
La primera medida tomada por los asiáticos fue impedir a los ingenieros del proyecto que realizaran comentarios sobre el dispositivo a familiares y amigos. Además fue la primera vez que sólo un pequeño grupo de empleados tuvo acceso al desarrollo del móvil con Android 4.0.
Samsung creó un laboratorio separado del resto de la compañía en el que sólo podían ingresar ingenieros que tuviesen tarjetas de seguridad. Incluso se utilizaron escáners de huellas digitales para prevenir el ingreso no autorizado en las instalaciones; además los prototipos eran movilizados en cajas cerradas para que nadie fuera del proyecto pudiese apreciar los aparatos.
De hecho, Samsung ordenó la creación de tres prototipos diferentes que requirieron de mucho trabajo ya que el hardware debió adaptarse a cada uno. Además la distribución internacional de los prototipos (para que fuesen probados por compañías asociadas) fue realizada por personal de la compañía y no por terceros, para evitar filtraciones.
Tanto los ingenieros como los directivos de la firma coreana reconocieron que el proceso de creación de Galaxy S III fue agotador, pero el resultado final resultó muy satisfactorio. Está muy bien que la firma coreana haya decidido contar cómo trabajó en crear su nuevo móvil de bandera, y ojalá los comprometidos con el proyecto hayan sido bien recompensados por su esfuerzo.