Las aplicaciones para smartphones sirven para algo más que para mantenernos entretenidos o informados. Incluso para algo más que para trabajar. Y es que en el último año ha crecido de forma espectacular el número de aplicaciones relacionadas con la salud que ha salido a la venta para todos los sistemas operativos. Al fin y al cabo, la medicina es un negocio que mueve millones cada año, así que, ¿por qué no combinarlo con el negocio de las apps?
Poniendo por ejemplo el caso de Estados Unidos, allí más de un 80% de los pacientes que acuden a los servicios médicos dispone de un smartphone. Entonces, ¿por qué no crear aplicaciones que les ayudaran a resolver los problemas de salud más sencillos y evitar que tengan que acudir al médico?. De esta forma no sólo se consigue explorar un nuevo marco de negocio, sino también acabar con la saturación en la que a veces se ven inmersos los hospitales.
El objetivo que deben marcarse estas aplicaciones es enfocarlas para que sean verdaderamente útiles para los usuarios, tanto médicos como pacientes. Y es que estudios actuales dicen que de cada 10 usuarios que descargan una app, 9 acaban por borrarla o dejar de usarla en menos de 6 meses. Por lo tanto, es importante que se simplifiquen los procesos dentro de las aplicaciones, para que el cliente no tenga que perder tanto tiempo. Y es que si hay que teclear muchas cosas en un pequeño smartphone las personas seguirán prefiriendo acudir al médico.
También hay médicos que aseguran que los beneficios de las aplicaciones sanitarias van más allá de las cifras. Y es que los móviles pueden ayudar a superar muchas barreras físicas que pueden dificultar la comunicación entre paciente y doctor. Un ejemplo de esto es que con un smartphone se puede fotografiar la garganta de un paciente para enseñarle cuál es su problema de forma más gráfica.