No me considero una persona sedentaria, realizo deporte habitualmente tanto por profesión como por ocio -aunque reconozco que podría hacer mucho más-. Un geek no puede dejar de lado la tecnología ni cuando hace deporte y ahora más que nunca, vestir tecnología está muy de moda. He podido probar una Fitbit Flex durante unos días y os puedo contar en primera persona cómo es eso de cuantificarse.
Fitbit Flex es un pequeño sensor que se introduce en una pulsera de goma y que no notas que la llevas puesta, porque es muy ligero y además no tendrás que preocuparte por perderlo – su cierre es muy sólido- o mojarlo -puedes incluso nadar con él-. Se encarga de medir nuestra actividad contabilizando cada paso que damos a lo largo del día. Esto sirve para estimar la distancia que recorremos a pesar de que no nos demos cuenta al igual que las calorías que hemos quemado con ese ejercicio, y recalco que mide tanto voluntario como lo involuntario.
Además de contabilizar nuestros pasos, Fitbit Flex recoge información mientras dormimos con sólo activar su modo nocturno con unos golpecitos. A la mañana siguiente nos despertará con su alarma por vibración de una manera más saludable que el típico pitido ensordecedor del despertador y que además, evitará que molestemos a quien duerma a nuestro lado.
Toda esta información es recogida y mandada a través de Bluetooth 4.0 a nuestro smartphone iOS o Android para ver cómo va nuestro progreso diario, semanal, mensual y anual. Datos que podremos compartir en las redes sociales para competir con otros usuarios de productos Fitbit. Además, también contamos con un completísimo panel web donde ver la información de manera más cómoda y extendida que en el smartphone. La sincronización entre la App y la Web se realiza en la nube, pero si no tenemos smartphone también podemos usar el receptor USB incluido en la caja para sincronizar la Fitbit Flex con ordenadores Windows y Mac.
Mañana tendréis disponible una entrada con la opinión personal sobre el producto.