Cuando tienes delante la ocasión de probar un producto del que todo el mundo habla bien, lo coges con más ganas aprovechando la oportunidad que se te brinda. Eso me ha pasado con Oculus Rift, un cacharro que parece sacado de la ciencia ficción y que promete dar mucha guerra a la industria del videojuego y que con ver un análisis o una demostración en Youtube ya me moría de ganas de probarlo, casi más que cualquier otro gadget del mercado. Por fin, el pasado Jueves pude probar una unidad de Oculus Rift y la experiencia ha sido fantástica.
Para quien no las conozca, Oculus Rift son unas gafas de realidad virtual que se encuentran en fase de prototipo y desarrollo de una tecnología sin precedentes, a la espera de que se convierta en un producto de mercado, más pulido y con mayor soporte. Tenía mis dudas acerca del funcionamiento, pero es ponértelas y entras dentro del mundo que te proporcionan, te sumergen en él y te adaptas enseguida. Mires donde mires, ese mundo se mueve contigo, nunca antes habréis probado nada igual, os lo garantizo.
El dispositivo no resulta pesado, quizás porque viendo las imágenes parecía ser mucho más voluminoso y pesado, pero nada más lejos de la realidad. Se ajusta muy bien a la cara (me recordó a unas gafas de buceo de bombona) y no molesta en absoluto. Yo creo que también influye que estás tan alucinado que te olvidas de todo eso.
Sí que quería destacar un aspecto algo negativo y que afecta a esa experiencia y es la reducida resolución de la que dispone esta versión, (que supuestamente se corregirá en el modelo comercial), los píxeles se veían a simple vista y eran bastante grandes, sobre todo si te fijabas en los bordes de la(s) pantallas. También quería destacar que lo probé con lentillas (uno es miope, qué le vamos a hacer) pero además tengo ojo vago (mi principal problema es que soy incapaz de ver por microscopios y prismáticos sin ver un bloque negro en medio) pero con Oculus Rift no existió problema alguno, así que toda una buena noticia para los defectuosos como yo.