Hoy en día, comprar un smartphone es casi como probarse zapatos. Tomamos la decisión según el tamaño.
Desde hace unos años, la tendencia entre las principales marcas en cuestión de pantallas ha sido que cuanto más grandes, mejor. Unos añadiendo una fila más de iconos (como el iPhone 5) y otros (los phablets) acercándose al tamaño de las tabletas, el tamaño de los smartphones ha ido aumentando considerablemente.
Pero en los últimos años hemos empezado a ver como muchas de las grandes estrellas del mercado de los teléfonos inteligentes dan lugar a sus hermanos pequeños: las versiones mini.
Esta moda obedece a que una pantalla de tamaño mayor implica también un precio más alto, que muchos no están dispuestos a pagar, y prefieren conformarse con un terminal más pequeño.
Hay un mercado bastante amplio de usuarios que se niegan a pagar más de 300 dólares por un teléfono. Y el Samsung Galaxy S4 Mini se puede comprar en el Reino Unido, el primer mercado en el que ha aterrizado, por aproximadamente 350 dólares. Esto supone una diferencia significativa con respecto al Samsung Galaxy S4, que cuesta casi 600 dólares, aunque lo cierto es que muchos buscan precios aún más bajos.
La mayoría de los analistas piensan que la aparición de estas versiones mini de los smartphones de moda se deben a un intento de diversificar sus productos y llegar a un público mayor. Ahora que se satura el mercado de smartphones, lo que buscan las empresas es llegar a un público que no puede acceder a sus buques insignia por motivos económicos.
Hay que tener también en cuenta que no todo el mundo usa un smartphone para lo mismo. Mientras a unos les compensa pagar por una pantalla mayor porque la utilizan para navegar o ver vídeos, otros que sólo lo quieren para enviar wassaps o emails tienen suficiente con una pantalla más pequeña.
Por ello, aunque el principal motivo que lleva a los usuarios a decidirse por los modelos mini es el precio, también hay quienes tienen en cuenta otros aspectos.