smartphone en el aula.
Esta inciativa se denomina mSchools, y en ella los estudiantes de 15 y 16 años trabajan durante tres horas a la semana para aprender a desarrollar aplicaciones para teléfonos inteligentes. De esta manera no sólo aprenden programación, sino también a aplicar sus conocimientos de tecnología al mundo real.
Durante la primera parte del curso, los estudiantes han realizado la parte más teórica de su trabajo. En ella, han barajado diferentes ideas, han realizado encuestas para ver la aceptación de las mismas y han preparado un plan de negocio para estudiar la viabilidad y rentabilidad de sus aplicaciones. Unos conocimientos muy interesantes para su futuro que pocas veces se tratan en los institutos.
Ahora empieza la parte que más va a gustar a los adolescentes, y es que desde este mes empezarán a programar su aplicaciones en entorno Android. Gracias a este programa aprenderán programación, pero también otros aspectos como diseño, edición de vídeo y ofimática.
Este programa es la pruba palpable de que, aunque muchos padres y profesores se quejen de que el smartphone influye negativamente en el rendimiento académico de los más jóvenes, si desde la familia o el instituto se les incentiva para usarlo de modo educativo la experiencia puede ser muy positiva. Los smartphones no son perjudiciales en sí mismos, lo es el uso que hagamos de ellos.
Intentar prohibir el uso del smartphone para evitar problemas de rendimiento escolar no es una solución, pues para los adolescentes (y no sólo para ellos) el móvil es parte importante de su mundo. Sí es importante que se les enseñe a utilizarlo con cabeza, y a entender que hay un tiempo para estudiar y otro parra usar el móvil. Y en eso los padres y profesores ocupan un papel fundamental.