Cuando los teléfonos móviles empezaron a incorporar cámaras de fotos, los amantes de la fotografía nos resistíamos diciendo que una cámara tradicional siempre tomaría mejores imágenes que un móvil. Pero esta afirmación está siendo cada vez más relativa. Y los mejores ejemplos de ello son el Nokia Lumia 1020 y el Sony Xperia Z1, dos smartphones que incluyen cámara de 20 megapíxels, una resolución mucho mayor que la que podemos encontrar en numerosas cáramas compactas.
Pero las grandes ventajas de estas cámaras no se centrar sólo en el número de megapíxels. Los sensores de gran tamaño y con estabilizador, la capacidad de hacer fotos con poca luz o la resistencia al agua son algunos de los detalles que están convirtiendo a algunos smartphones en sustitutos perfectos de las cámaras.
Fuera de estas nuevas tecnologías, que nos demuestran la madurez que está alcanzando la fotografía realizada con móviles, hay que explicar que las elevadas resoluciones del Lumia 1020 y el Xperia Z1 no obedecen a una estrategia publicitaria. Por lo menos no es ese el aspecto más importante. Un alto número de megapíxels es imprescindible para que podamos usar el zoom digital sin que la calidad de las imágenes se resienta, como sucede normalmente al echar mano de esa función en un móvil.
Y es que quienes siguen defendiendo las cámaras de toda la vida pueden argumentar que un zoom óptico ofrece mucha más calidad que uno digital. Y tienen toda la razón. Pero las citadas tecnologías que mitigan las debilidades del zoom digital, así como los objetivos pensados para teléfonos móviles, están consiguiendo que cada vez compense menos comprar una cámara compacta. Muy pronto, elegir entre smartphone o cámara será más una cuestión de gustos personales que de diferencias en la calidad.