Las televisiones con pantalla plana son una realidad desde hace años. Pero ahora con los últimos lanzamiento es cuando estamos empezando a darnos cuenta de que lo que hasta ahora entendíamos por pantalla plana no era más que un espejismo.
El mejor ejemplo de esto es el nuevo televisor OLED de LG. Se trata de la primera vez que encontramos un televisor de 55 pulgadas pensado para uso doméstico. Barata desde luego no es, ya que su precio ronda los 8.000 euros, aunque hay que tener en cuenta que los precios de televisores con esta tecnología han bajado mucho en los últimos años. Una televisión OLED de 11 pulgadas hace un par de años podía superar tranquilamente los 6.000 euros.
La calidad de imagen que ofrece este televisor es sin duda muy buena, pero lo que más llama la atención de ella es su grosor, de sólo 4mm. Se trata, por tanto, de uno de los televisores más finos del mercado, y resulta realmente impresionante cuando la tienes delante. La mayor parte de las conexiones están en la base, ya que se trata de un televisor tan fino que en él ni siquiera cabe apenas un puerto USB.
En cuanto a la tecnología OLED, habrá que esperar unos años para que empiece a tener unos precios razonables, aunque quizá nunca lleguemos a verlo, ya que esta tecnología no tiene el futuro asegurado. Cada año los fabricantes consiguen mejorar paulatinamente las alternativas. Este año, por ejemplo, varias compañías pretenden poner en el mercado televisores LCD-LED cuya principal característica es la retroiluminación independiente para cada subpíxel (rojo, verde, azul) de modo que puedan conseguir un mayor contraste. Hasta el plasma, que parecía haber desaparecido del mapa, sigue estando presente en algunos lanzamientos.