En el reciente CES de Las Vegas, Samsung y LG presentaron sus dos nuevos modelos de televisores con tecnología OLED. Las características de ambos aparatos eran muy similares. La pantalla tiene 55 pulgadas, pero lo más impresionante probablemente sea su grosor, que no supera los 4 milímetros. Además, si necesitamos moverlo de un sitio a otro estaremos encantados porque su peso no supera los 7 kilos. Vamos, todo un lujo para tener en casa.
Pero lo mejor de los televisores con tecnología OLED es la calidad de la imagen. El contraste es casi infinito, por lo que ofrece unas posibilidades de calidad que difícilmente encontramos en otro tipo de aparatos de televisión. Definitivamente, los de tecnología OLED son los televisores que cualquiera querría tener en casa. Finos, con pantalla grande, pesan poco y se ven de lujo, ¿hay algo más que podamos pedirle a una tele?. Probablemente no.
Dicho así parecería claro que el futuro de la televisión pasa por esta tecnología, que llegará a las tiendas a mediados de 2012. Pero, al menos en sus inicios, hay una pequeña pega que impedirá que se generalicen: el precio. La calidad se paga, y aunque no haya datos confirmados se prevé que los televisores OLED no van a ser precisamente baratos.
Mientras tanto, los televisores con tecnología LCD han mejorado cada vez más. Cuando ambas tecnologías comenzaron a desarrollarse, parecía que el LCD sería una transición entre los televisores actuales y los OLED, pero las mejores en el mercado de los primeros han hecho que la sustitución no sea tan imprescindible.
Así que, aunque de cara al futuro es muy probable que el OLED termine por imponerse, los primeros modelos que empiecen a salir en unos meses pueden encontrar dificultades para entrar en el mercado.