Los que se dediquen a la fotografía artística habitualmente están deseosos de probar todas las técnicas que pueden permitirnos realizar diferentes tipos de imágenes. Una de ellas es la fotografía infrarroja, que nos permite obtener tomas con unos colores diferentes, habitualmente en tonos rojizos, que darán un carácter distinguido al paisaje más sencillo. Pero para realizar este tipo de fotografías es necesario disponer de un equipo adecuado.
Algunas cámaras réflex, que son las que habitualmente se utilizan para la toma de fotografías artísticas, traen un sensor infrarrojo de serie en algunos de los objetivos. Pero si este no es nuestro caso, siempre podemos solventar este problema mediante la adquisición de un filtro que nos permita crear imágenes infrarrojas con el gesto tan sencillo de colocarlo sobre la lente.
Las diferencias entre unos filtros infrarrojos y otros se basan especialmente en la longitud de onda que dejan pasar, de lo que dependerá el resultado final de la fotografía. Las cifras habitualmente se suelen encontrar entre los 850 y los 950 nm, aunque en el mercado se pueden encontrar filtros que dejan pasar una longitud de onda mayor.
Claro que también es posible que nuestra cámara disponga de un sensor infrarrojo que no sea suficiente para el resultado que queremos obtener. Para ello existen algunos filtros más suaves, de unos 720 nm, que sumados a lo que ya tiene nuestra cámara nos servirá para obtener los resultados que necesitemos, de modo que el modelo de cámara que tengamos no condicione nuestros deseos.
Antes de realizar la fotografía infrarroja debemos tener en cuenta que el sol es la principal fuente de luz infrarroja, por lo que será imposible realizar una toma de este tipo en un entorno en el que no haya luz solar.